Para esta primera entrada, he decidido informar un poco sobre la figura de este gran escultor e imaginero que marcó un antes y un después en el arte cofrade.
Nació en Sevilla en 1624, siendo bautizado en la iglesia del Sagrario el 14 de enero de 1624, según consta en su partida de bautismo.Con catorce años se traslada a Granada donde trabaja de aprendiz con Alonso de Mena. En 1642 contrae matrimonio con Teresa de Jesús Ortega y Villavicencio, probable sobrina de su maestro Alonso de Mena, allí tuvieron en 1644, a su primera hija, de nombre María. Además, el citado matrimonio también tuvo otros hijos, destacando de ellos Luisa Roldán. Conocida como la Roldana, es una de las más prolíficas artistas de nuestra historia.Su trabajo fundamentalmente se realiza en su ciudad natal, ciudad que mantenía latente la influencia de los grandes maestros Martínez Montañés y Juan de Mesa,además de otros como el flamenco José de Arce, que junto a él encabezaría la nueva Escuela Sevillana, ya plenamente barroca, donde se incluirían también otros grandes artistas como su propia hija Luisa Roldán o Francisco Ruíz Gijón.
De Pedro Roldan cabe destacar que tuvo una formación naturalista y su iimaginería evoluciona hacia un mayor barroquismo, con un estilo personal tan elegante como libre de formas. «Su concepto compositivo es amplio, enfático, dinámico, buscando efectos de claroscuro y se preocupa intensamente por lo fenoménico y empírico de la morfología, que hiere a los sentidos, más que a la profundidad del mensaje. Su evidente religiosidad responde plenamente a la pastoral y a la liturgia de un ascetismo llevado a sus últimas consecuencias y en lo social y profesional a las directrices de la monarquía española del Barroco» (Hernández Díaz).
De Pedro Roldan cabe destacar que tuvo una formación naturalista y su iimaginería evoluciona hacia un mayor barroquismo, con un estilo personal tan elegante como libre de formas. «Su concepto compositivo es amplio, enfático, dinámico, buscando efectos de claroscuro y se preocupa intensamente por lo fenoménico y empírico de la morfología, que hiere a los sentidos, más que a la profundidad del mensaje. Su evidente religiosidad responde plenamente a la pastoral y a la liturgia de un ascetismo llevado a sus últimas consecuencias y en lo social y profesional a las directrices de la monarquía española del Barroco» (Hernández Díaz).
He aquí algunas obras de este insigne escultor, que realmente merecen la pena ser visitadas y observadas.
Inscripción encontrada durante la restauración del Sántísimo Cristo de la Expiración.
Nuestro Padre Jesús atado a la columna. Lucena. Córdoba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario